Destellos de oscuridad: Agradecimientos

Escribir es un estilo de vida que tiende a la soledad; un camino sin fin que, sin embargo, no se puede transitar sin compañías muy necesarias. Compartir aquello que uno mismo ha creado, quizás lo más íntimo que puede mostrar al mundo, no es posible sin nadie al otro lado. Soy muy afortunado, y no solo porque escribir suponga ya una enorme suerte que me salva muchas veces, sino porque hay gente que hace posible que las ilusiones se hagan realidad. La vida te da sorpresas a menudo. Han ocurrido multitud de cosas entre El triángulo escaleno o Dados de cristal y Destellos de oscuridad. Me planteo cambios. Pero antes, deseo expresar un profundo agradecimiento a las siguientes personas.

Escribir puede ser solitario, pero vivir no debe serlo nunca. Le doy las gracias por todo a quienes, desde el inicio de esta aventura interminable, me han hecho vivir experiencias y emociones que me han inspirado de muchos modos. Algunas de vuestras identidades las guardo en secreto. Tal vez, no sepáis quiénes sois. Doy las gracias a quienes siempre me acompañan, apoyan y ayudan en el proceso de escribir, desde Ángel por encima de todo, a mis padres y demás familia y amigos más cercanos. Nos vemos pronto.

La tarea no termina cuando el libro está escrito. Hacer que se convierta en una realidad lo más cuidada posible (en papel o en digital) tampoco puede lograrse en solitario. Para ello, yo cuento siempre con la inestimable colaboración, una vez más, de Ángel y de mis padres, sobre todo. Por supuesto, estoy en eterna gratitud con Pilar, capaz de entrar en mi mente y hacer realidad las portadas que a veces no sé ni cómo describir.

Compartir el libro con ese mundo tan grande donde soy tan pequeño, conseguir que los buenos lectores ávidos de aventuras sepan que tú has escrito algo, es imposible si no se cuenta con excelentes aliados. En ese sentido, tengo a los mejores. Teresa Rodríguez es la mejor “maestra de ceremonias” que un autor pueda soñar en su presentación, entre otras muchas cosas. Fraklances Project y Julio Garma me acogen y ayudan siempre que lo necesito. También, gracias a todos aquellos que me invitan a eventos similares.

Agradezco de corazón los minutos que mis contactos de redes sociales, los compañeros escritores y los lectores dispuestos a compartir su opinión dedican a mi trabajo. Gracias a amigos como Noa Velasco y Luis Henares, entre otros. Muchas gracias a los blogueros que reseñan mis novelas. En especial, quiero mencionar aquí a los blogs La biblioteca de Selene, La contraportada, A través de un libro, Algunos libros buenos y Libros Elfo.

Pero por encima de todo, a pesar de que pueda resultar obvio o redundante, quiero dar las gracias a quienes hacen que todo esfuerzo tenga sentido: los lectores. Pienso que los escritores escribimos en primer lugar para nosotros mismos, pues no seríamos capaces de soportar la vida sin expresar lo que tenemos dentro; pero, en última instancia, todas y cada una de nuestras creaciones tienen una razón de ser: el deseo de hacer sentir algo al lector, de conectar con él mediante las palabras.

Nunca dejaré de escribir. Esté donde esté, si puedo, estaré escribiendo, aunque solo sea unos minutos al día. Allí, en esos momentos, podremos reencontrarnos. Las palabras de nuevas historias nos reunirán. Hasta que ese momento llegue, os dedico estas líneas a todos. Muchas gracias siempre.