La suerte es la fuerza que mueve el mundo en Ciudad Fortuna. Quién sabe si también es la que domina nuestro mundo, aunque ese es tema para otro día. En Ciudad Fortuna, la suerte rige el destino de las personas, aunque no todos sean realmente conscientes de su influjo. Y en torno a ella existen tres vertientes: filosofía, genética y religión.
La filosofía de la suerte puede entenderse como una especie de ciencia, como conjunto de conocimientos existentes sobre la suerte. La Organización Heptágono, la enigmática institución de las novelas, se encarga de estudiar y vigilar la suerte en el mundo. Así, la filosofía se condensa en siete afirmaciones elementales: los dogmas.
La genética de la suerte es el estudio de los grados de suerte: la cantidad de suerte (más suerte o menos suerte), calculada en una escala de uno a siete, con la que cada persona nace. Dentro de ella, existe una corriente radical aberrante, la eugenesia, que persigue la manipulación de los grados de suerte para obtener la pureza.
La religión de la suerte es el complejo y conflictivo punto de encuentro entre la filosofía y la genética. Es una cuestión esotérica que se presta a las creencias de cada uno. Para algunos, es una superstición irrelevante. Para otros, es absolutamente verdadera. Cree en la existencia de obras mitológicas, reliquias legendarias, clarividentes… y en los Hijos del Siete, capaces de quebrar el vínculo entre suerte y destino.
En las siguientes entradas, acerca de los temas destacados de Dados de cristal y Trébol de madera, realizaremos una mirada más pormenorizada a los tres dogmas de la suerte que hasta ahora conocemos: el primero, el segundo y el tercero.