La suerte domina el universo. No todo el mundo lo sabe, aunque para algunas personas, como Alexander Berkel, es algo que no pueden ignorar. Hoy, acabamos el repaso a uno de los temas clave de la filosofía de la suerte, los dogmas, con el tercero de ellos.
[Alerta spoilers: el texto puede contener detalles argumentales de Dados de cristal].
El tercer dogma trata una de las cuestiones más espinosas de la suerte: la inestabilidad de la suerte, cómo esta puede variar de manera impredecible y temporal. El dogma dice “Los actos más puros del cuerpo y el corazón funden la suerte de las personas”. Estas palabras significan que hechos como enamorarse o incluso tener relaciones íntimas con alguien puede traspasar la suerte, alta o baja, de unos a otros por un tiempo.
Alexander, igual que tú, estimado lector, se plantea la relevancia de este tercer dogma antes que la del segundo (del cual no se habla hasta Trébol de madera). El segundo y el tercero están muy relacionados. El segundo establece que la suerte no puede cambiar, pero el tercero indica situaciones en las que podría cambiar temporalmente.
La importancia del tercer dogma queda patente en Dados de cristal. Alexander escucha el dogma de boca de Selena. Y, más tarde, demasiado tarde, comprende que es la causa de la desgracia de su amada Lara (quien, después de haber hecho el amor con él, vive el llamado “período de quebranto”, con su suerte afectada por el mal fario de él).
Sin embargo, a pesar de todo, de todo el infortunio, del mismo modo que con el primer y el segundo dogma, a Alexander no le queda otro remedio que seguir adelante. Y a ti, estimado lector, te animo a acompañarle con la lectura de Dados de cristal y Trébol de madera. Y a que nos reencontremos en las próximas entradas de este blog.