Ciudad Fortuna es un universo lleno de personajes dispares. En Destellos de oscuridad, esta constelación sin fin de personajes continúa expendiéndose. Hoy vamos a conocer a un hombre muy importante, custodio de respuestas cruciales. Él es Adolph Klausmann.
[Alerta spoilers: el texto puede desvelar detalles argumentales de libros anteriores].
Conoce a Adolph Klausmann. Es un hombre de sesenta y seis años a quien no se olvida después de verlo. Camina ayudado de un bastón, ya que se quedó cojo hace años. Este detalle, unido a su cabello cano y a su figura esquelética, puede hacerle parecer alguien enclenque, pero nada más lejos de la realidad. Adolph es un hombre severo, temido por aquellos que le conocen. Detesta a los pusilánimes y a los mediocres. No tiene piedad ni miramientos. Y hace mucho tiempo que pretende gobernar la fortuna a su antojo.
En Trébol de madera, Adolph financia la empresa de su hermano Joseph y se encuentra con Selena Myers en cierta finca abandonada (donde Alexander Berkel creció).
En Destellos de oscuridad, Adolph se traslada a vivir a Ciudad Fortuna para supervisar la mayor empresa de su vida; quizás, aquella con la que conquiste sus más viles anhelos. Acaba de sufrir una pérdida irreparable y está colmado de ira por ello. Esta vez, nada va a detenerle. Como si de una enorme partida de ajedrez se tratara, donde se enfrentan la fortuna y él (¿o Alexander y él?), ha dispuesto una serie de piezas por toda la ciudad, y se está preparando para ejecutar el mayor ataque de todos…, tal vez, el jaque mate.
Junto a Adolph, correteando o dormitando por su apacible casa, está el hurón Wotan, la única presencia que este hombre sombrío y tétrico es capaz de tolerar.
¡Ciudad Fortuna se va a lo oscuro! Esto es Destellos de oscuridad.