Trébol de madera: La ciudad

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Ciudad Fortuna es mucho más que una simple ciudad. Es un universo entero. Es un lugar especial que visitamos en Dados de cristal y al cual, desde entonces, deseamos regresar para saber qué fue de sus habitantes, qué cambios se han producido, y qué aventuras y desventuras nos depara ahora la suerte. Ese anhelado regreso es Trébol de madera.

La ciudad que descubrimos en Dados de cristal y la que vamos a encontrarnos en Trébol de madera pueden parecer la misma, pero no es así. Han transcurrido siete meses entre el primer y el segundo volumen de la serie. Antes, era otoño; ahora, es verano. Y la urbe va a ser el escenario donde Alexander debe ocultarse para escapar de la persecución de la que es víctima. Unas veces, la ciudad será su aliada; otras, le pondrá en aprietos.

En Dados de cristal, según pasaban las páginas, nos formamos una impresión general de esta fantástica ciudad: sus siete barrios, sus siete avenidas, sus rincones, sus diferencias entre norte y sur, o este y oeste… Visitamos la discoteca El séptimo cielo, el gran casino subterráneo La rueda de la fortuna, la taberna La herradura de plata, los Laboratorios Librae, las minas… Y un triste rincón junto a una cacera por donde corría el agua.

En Trébol de madera, a esos enclaves van a añadirse otros nuevos, como el cementerio del Arcángel Miguel, la plaza de las Cuatro Calles, la Estación Oriental de Ferrocarril, el Parque de los Frutales, el Jardín de las Musas… Buscaremos una puerta misteriosa, en la que se ha dibujado un trébol de cuatro hojas. Nos fijaremos en la cantidad de rincones que pueden servir de refugio a un gafe que huye de la justicia.

En Dados de cristal, Ciudad Fortuna se presentaba como un mundo aparte, una burbuja de la que ni se entraba ni se salía, simplemente se existía en ella. En Trébol de madera, esa esfera etérea que rodea la ciudad empezará a quebrarse. Surgirán una vía de tren y una carretera por donde atisbar lo que hay más allá.