Los zigurats

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Los zigurats, tanto en un sentido arquitectónico, como especialmente en el simbólico, representan un elemento relevante del argumento de El triángulo escaleno, mi primera novela de fantasía (novela que ya puedes leer), en concreto en la historia de 2403.

Un zigurat es una construcción con forma de pirámide escalonada. Aunque, en realidad, tal vez sea más correcto definirlo como torre escalonada. Pues, en esencia, un zigurat, en su esquema más sencillo, no es sino un templo (el cual se ubica en la terraza más alta de su arquitectura) elevado sobre una base que puede presentar varios niveles. Dicha estructura puede desarrollarse hasta construir auténticas maravillas.

Los zigurats son los templos más representativos de las civilizaciones mesopotámicas. Eran propios de los pueblos babilonios, sumerios y asirios. Su propósito era religioso. El más antiguo que se conserva es Tappeh Sialk, en la ciudad iraní de Kashan. Se estima que sus restos más antiguos datan de hace más de 7500 años. En total, hoy se conocen 32 zigurats. La mayoría de ellos está situada en el territorio del actual Iraq.

Sin duda, lo más interesante respecto a los zigurats es su vertiente simbólica. Lo que se alzaba en lo alto de estas construcciones no debe confundirse con una iglesia o similar. No albergaban ceremonias. Al templo sólo podía acceder el sacerdote del lugar. En su interior se decía que moraban los dioses. Cada zigurat se erigía en honor a una deidad, generalmente el protector o patrón de su comunidad. A ellos servía el sacerdote.

El templo se hallaba elevado por varios niveles o terrazas para establecer una conexión o puente entre lo terrenal y lo divino. Dada su elevación, era el sitio donde estarían los dioses de cada tierra. Así, el zigurat es el punto de encuentro entre el cielo y la tierra. De este modo lo concebían los sumerios. Para éstos, la construcción mediante siete plantas era muy importante, pues esta cifra podía simbolizar el número de cielos, de metales, de planetas, etc.

En la historia de la novela que se desarrolla en el año 2403, un imponente zigurat es el epicentro de los acontecimientos. Este zigurat es una pirámide o torre escalonada que consta de nueve niveles. Su templo se ubica en el último y más elevado. El nueve, en la mitología del argumento, se relaciona, en consonancia con varias creencias existentes, con el saber supremo. De hecho, es el camino a la totalidad (simbolizado, en este caso, por el diez). Por ello, encima de esos nueve niveles, en el décimo lugar, se sitúa la cámara del oráculo.

Por encima de todo, el zigurat de 2403 representa una esencia cardinal, no sólo para esta parte de la novela, sino en todo su conjunto. Porque un zigurat, como se ha dicho más arriba, tiende puentes entre lo terrenal y lo celestial; entre lo humano y lo divino. Y en semejante dicotomía se fundamenta, en definitiva, El triángulo escaleno: en nuestra relación con las estrellas, así como con las fuerzas místicas, incluso divinas, que llegan a entroncar nuestras vidas en los universos.