Las estrellas

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Las estrellas, desde una óptica astronómica, pero también mitológica, representan otro de los elementos clave para el argumento de El triángulo escaleno, mi primera novela de fantasía (novela que ya puedes leer), enlazando las historias de 2403 y 2007.

No concebimos ni el universo ni la noche sin estrellas. Brillan en el firmamento, iluminan la oscuridad, e inspiran emociones. Son todos los puntos luminosos que contemplamos en la bóveda celeste durante las noches (aparte de la Luna y, en ocasiones, los planetas visibles desde la Tierra). Técnicamente, son masas de gases en constante combustión, que se mantienen unidas en base a un complejo equilibrio termostático. Emiten luz, calor y radiaciones que recorren largas distancias y provocan fenómenos a años luz.

Podrían escribirse varios blogs sobre las estrellas. Son muchos los aspectos de los que hablar. Existen múltiples categorías de estrellas, según su composición, su luminosidad, etc. Algunas son binarias, terciarias o múltiples, ya que se desplazan acompasadas por el cosmos, por estar ligados sus movimientos gravitacionales. En un sentido más amplio, se estructuran en sistemas. De un modo convencional, el hombre las ha organizado en constelaciones: grupos de estrellas cuya posición es generalmente constante y próxima.

Supersticiones como el horóscopo, que está basado en el Zodiaco, le atribuyen diversos simbolismos tanto a las estrellas como a las constelaciones. En la novela, en concreto, una constelación y una de sus estrellas presentan un protagonismo fundamental en el argumento. La constelación es la de Virgo. La estrella es Zaniah.

Virgo es la sexta constelación del Zodiaco. Se halla entre Leo y Libra. Aparte de decenas de estrellas, alberga un cúmulo de 2000 galaxias. Mitológicamente, se relaciona con Dice (diosa griega de la justicia), la feminidad y la virginidad. En astrología, se la vincula con el elemento tierra y el planeta Mercurio. En el horóscopo, va desde el 23 de agosto al 22 de septiembre.

Las estrellas de una constelación, además de poder tener nombre propio, se ordenan con las letras del alfabeto griego: alfa, beta, gamma, etc.; de la misma manera que las tres partes de El triángulo escaleno.

En el caso de Virgo, su séptima estrella es Zaniah. Es una estrella triple. A pesar de la licencia que me tomé, sus elementos no se distinguen a simple viste. En la historia de 2403, Zaniah está a punto de morir (hecho, por supuesto, totalmente ficticio). Su ciclo de vida finalizará provocando una supernova: la explosión de la estrella, que suscitará una enorme emisión de energía y creará, tal vez, nuevos astros.

Virgo, Zaniah y su supernova son tres ejes cardinales en el argumento de El triángulo escaleno, pues las estrellas viven más allá de nosotros. Aparecieron mucho antes que el hombre. Y sobrevivirán incluso a nuestro propio planeta. Son una constante a la que aferrarse, un motivo en el cual creer y confiar. Y, al mismo tiempo, aunque la supernova suponga la muerte de una estrella, conduce a la esperanza, ya que designa el inicio de una nueva era. De Piscis a Acuario.

 

2 comentarios

  1. Ana Bolox dice:

    Curiosa entrada, una vez más. Supongo que en especial para gente como yo, aficionada a la astronomía. Si además lo juntas con la literatura…, la mezcla es genial 🙂

    Nota curiosa: hace unos días leí que se había descubierto la estrella más antigua (por el momento) del universo que está a unos 13.000 millones de años luz. Al lorito…

    Saludines 🙂

  2. Muchas gracias por la aportación, Ana. Me alegra que te haya gustado la entrada. Y me parece muy interesante esa noticia. Es increíble la diferencia de tiempos entre el cosmos y el ser humano. 13.000 millones de años, ¡qué barbaridad!