La suerte domina el universo. No todo el mundo lo sabe, si bien existen personas, como Alexander Berkel, que no pueden huir de ello. Hoy, continuamos con uno de los temas clave de la filosofía de la suerte: los dogmas; en concreto, el segundo de ellos.
[Alerta spoilers: el texto puede contener detalles argumentales de Dados de cristal].
El segundo dogma es aquel que habla de la estabilidad de la suerte, de cómo esta nunca varía. De hecho, el texto concreto del dogma dice: “La suerte persevera toda una vida”. Esta frase establece que cada persona viene al mundo con una “cantidad” de suerte, un grado de suerte (en esa escala del uno al siete que calcula la genética) que no cambiará.
Esta es, sin duda, la norma más dura que describe este mundo gobernado por la suerte. Para alguien que nace con un grado de suerte alto, el segundo dogma puede resultar un alivio. En cambio, para quien nace con un grado de suerte bajo (o peor todavía, para un gafe), el segundo dogma viene a ser una condena. Sin embargo, no hay que olvidar que los dogmas, al final, se influyen unos a otros, así que podría haber ciertas excepciones.
El segundo dogma no se menciona en Dados de cristal, pero es el eje principal de Trébol de madera. Alexander lo escucha de boca de su mejor amigo, Luka. Y, a medida que sus nuevas desventuras avanzan, comprende el significado más importante que debe sacar del segundo dogma: que si su suerte no cambiará nunca, debe aceptarla tal como es y seguir adelante con su vida.
Así es como Alexander planta cara a las difíciles pruebas que le depara la ventura. Para descifrar los significados de los dogmas, estimado lector, te invito a la lectura de Dados de cristal y Trébol de madera. Nos vemos en las calles de Ciudad Fortuna.
A medida que avanzo en la lectura, más deseo que lo de la suerte pueda cambiar. Tengo esperanzas en que la vida de Alexander Berkel pueda mejorar. Creo que hay detrás algo muy grande que aún no conoce y que le ayudará a comprender cuál es su destino. Creo que será algo grande.
Muchas gracias por tu comentario, Carmen. Me alegra que tengas esas esperanzas respecto a Alexander. Tendremos que seguir a su lado un tiempo y, algún día, al final, comprenderemos cuál es su destino. Un abrazo.