El terror es un género que nunca me ha atraído. Sin embargo, el año pasado, cuando me animaron a participar en el concurso de microrrelatos de dicho género que Diversidad Literaria organizaba, me senté a pensar sobre cuál podía ser el origen del terror. Al final, después de varios borradores, me sorprendió un pensamiento: cómo las emociones más básicas, el amor y el odio, podían mutar la una en la otra con una velocidad terrorífica. De modo que aquí comparto con vosotros este microrrelato que fue seleccionado en la citada antología. Deseo que os guste y que lo comentéis. ¡Os espero!
Desamor
Las paredes de su memoria estaban revestidas de papel de lija. Cada recuerdo áspero era un arañazo en lo profundo de su corazón. Las lágrimas implorantes de su víctima limpiaban la ponzoña de su tormento. “Ya no podrás hacer daño”, le susurró al oído, mientras volvía a hendir el escalpelo allá donde otrora besó. Los alaridos llenaron la alcoba. Jamás escuchó sonido mejor.
(David Fdez-Cañaveral, “Microterrores”, Diversidad Literaria, 2014)
Espeluznante !
Las palabras , aun en personajes tan perversos, resultan terroríficas.
Muchas gracias. En el fondo, ese era el objetivo. El terror está en muchas cosas. Un beso.