Entre autores: Ana Bolox

¡Hola a todos! Este otoño, continúa la sección en la que otros autores amigos visitan el blog para intercambiar textos sobre aquellos temas que tenemos en común. Después de la grata experiencia con Luis A. Santamaría, esta semana, la genial Ana Bolox, quien ya visitó el blog antes, regresa para compartir los comienzos de su pasión hacia la novela policíaca y, en definitiva, contarnos cuál o cuáles son sus referentes a la hora de crear estupendas historias como las de Carter & West. Con mucho gusto, le cedo la palabra. Leed con atención. Saludos a tod@s.

 

CarterWest1b

Mis referentes como escritora

Después de la primera grata experiencia, David F. Cañaveral y yo hemos quedado en intercambiar de nuevo una entrada en nuestros blogs. En esta ocasión, decidimos que tal vez a nuestros lectores les interesaría saber algo sobre nuestros referentes, ya fueran autores o novelas concretas, a la hora de escribir.

El principio de una historia

Era una tarde de invierno, lluviosa…

¡En serio! Creedme. No cuento una historia inventada porque ése sería un inicio malísimo, sino la realidad.

Era una tarde invernal de sábado, lluviosa y fría. Yo vivía entonces en la calle Ibiza, casi frente al hospital Gregorio Marañón. Tenía 13 años y había estado dando vueltas por la casa como una fiera enjaulada hasta que recalé en el salón. Allí estaban mi abuela y la segunda de mis hermanas, sentadas en sendos sillones, frente a frente, con los pies enterrados bajo las faldetas de una diminuta mesa camilla donde había un brasero eléctrico que mi abuela encendía para mantener los pies calientes. Las dos estaban leyendo. Me paseé por allí sin que ninguna de ellas me hiciera caso, de modo que acabé con la nariz pegada al cristal del mirador. La lluvia arreciaba, los árboles del bulevar se agitaban por el viento y yo miraba, aburrida, un cielo gris que parecía que iba a caerse de un momento a otro.

Me di la vuelta y las miré.

–Me aburro –dije.

Pero ninguna me prestó atención. Me separé del ventanal y me acerqué a la estantería que recorría toda una pared. Husmeé entre los estantes. Creo que buscaba alguna novela de capa y espada. Entonces era muy aficionada a ellas, pero no encontré nada que me llamara la atención.

–Me aburro –repetí–. ¿Qué libro puedo leer?

Mi hermana levantó la cabeza y me miró.

–¿Te apetece uno de Agatha Christie?

Había oído hablar de ella, por supuesto, pero aún no la había catado. Me encogí de hombros. Podía ser una buena opción. Mi hermana se levantó y se acercó a la librería. Teníamos las obras completas de Agatha Christie. Eran un montón de volúmenes de color rojo con páginas finas, de Biblia que estaban colocadas junto a los tomos verdes de Zane Grey. La vi ojear los títulos y, al fin, alargar la mano y coger uno de los libros. En él había tres novelas, pero mi hermana lo abrió y buscó una de ellas.

–Toma –me dijo–. Ésta te encantará.

El hombre del traje color castaño –leí.

Acerqué una butaca a la diminuta mesa camilla y me coloqué entre mi abuela y mi hermana. Me arropé con las faldetas y comencé a leer.

¿Dije ya que era una tarde fría y lluviosa de invierno? Lo era. Muy fría y muy lluviosa.

Ésa, tal y como lo he contado, fue mi primera experiencia con Agatha Christie. No hace falta decir que disfruté enormemente aquella primera novela que cayó en mis manos y que, como se acaba de comprobar, el recuerdo que tengo de ese primer contacto con la Dama del Crimen permanece indeleble en mi memoria. Quizá por ello asocio Agatha Christie a las tardes lluviosas y una mesa camilla con brasero eléctrico; a mi abuela, a quien perdí poco después de aquella tarde, y a mi hermana segunda, que fue quien me presentó a una autora que me marcaría para siempre.

Agatha Christie, mi fuente original

Durante mucho tiempo no supe (quizá porque no me interesó y no presté atención) de otros autores de novela policíaca. La tenía a ella, Agatha Christie, ¿por qué iba a molestarme en leer a nadie más dentro del género?

Por supuesto, eso cambiaría más tarde, pero lo cierto es que todas aquellas lecturas de novela policíaca que devoré en mi adolescencia fueron de ella. De modo que no podía concebir el género policial como algo distinto a lo que escribía la Gran Dama del Crimen. Hasta tal punto fue así, que, cuando comencé a internarme en los títulos escritos por otros autores, no me parecían dignos. No eran lo que yo entendía por novela policíaca. No respetaban los cánones que había aprendido a apreciar entre las letras de Diez negritos, Asesinato en el Orient Express o Cianuro espumoso. No observaban el estilo al que me había acostumbrado y tardé tiempo en llegar a admirar a algunos de ellos, como P. D. James, que se convertiría más tarde en otra de mis admiradas escritoras, o Michael Innes.

El costumbrismo británico

Y es que, más allá de la novela policíaca en sí, me interesaba también la sociedad reflejada en las novelas de Christie, primero; P. D. James, después, e incluso la del más intelectual Michael Innes. Por ello, quizá (y sin quizá también) mi primer libro autopublicado está protagonizado por Carter & West. Él, un detective de Scotland Yard; ella, una aficionada a las novelas policíacas. Dos británicos que viven en la Inglaterra inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial y que conforman una pareja en la que, aun con características propias que les vuelven singulares (al menos así lo quiero creer), no puede dejar de admirarse cierto aire a las novelas de mi primera mentora.

Si las primeras historias de Carter & Wes, Aracne y La muerte viene a cenar, se desarrollan en un Londres en el que aún sangran las heridas causadas por el blitz alemán, en Quadrivium, segunda entrega de la serie, y ya en formato novela, que verá la luz próximamente, llevaré a mis personajes hasta la campiña inglesa, en la que, ¿quién sabe?, podrían encontrarse con una miss Marple, pero donde, desde luego, habrá pastel de manzana, invernaderos cuyas luces se encienden a media noche, senderos campestres, cotillas que no pueden sobreponerse a su necesidad de atisbar tras los visillos de la ventana y hasta una feria rural.

Un trabajo con el que, en cualquier caso y al igual que con el primero, ambiciono conseguir que lector no sólo viaje en el tiempo y se traslade a una época distinta a la suya, sino invitarle a vivir el detestable crimen supremo, el asesinato, envuelto en una relación en la que la tensión sexual y los diálogos ingeniosos le procuren diversión y entretenimiento. Es decir, el objetivo principal de todo escritor.

 

Ana Bolox es licenciada en filología inglesa. Ejerce como profesora de idiomas, español e inglés, y ha trabajado como traductora de textos científicos. Es editora de su propio blog, Detrás de un escrito, y escritora de novela policíaca. Ha publicado su primer libro de ficción, el primer volumen de una serie policíaca que lleva el título de Carter & West. Colabora con MoonMagazine, Toda una amalgama y Todo eReaders, entre otras muchas actividades.