Imagina. Recuerda. Lo recuerdas. No lo has olvidado. Y lo estabas esperando. Recuerdas aquel lugar. Recuerdas la ciudad. Ya estuviste allí. La visitaste por primera vez, y deseas regresar pronto porque, sin saber cómo, ella ya forma parte de ti, y tú de ella.
Imagina. Puedes regresar. Eres capaz de entrar y salir de la ciudad. Eso te convierte en alguien especial. Conoces el camino y puedes transitarlo. Una vía de tren nos conducirá de nuevo a su interior, a sus calles, sus rincones y sus secretos. Hay cambios.
La ciudad ha cambiado. Sus habitantes han cambiado. ¿Recuerdas dónde quedó todo? Un corazón dejó de latir. La lluvia lo presenció. El otoño fue su final. Han pasado meses. Aquel hombre sin recuerdos intenta escapar de su dolor. Huye de la luz. ¡Acompáñale! Un resplandor escarlata asoma a lo lejos, allá en el incierto horizonte. ¿Qué es?
Regresa a Ciudad Fortuna, estimado lector. Lanzaste los siete dados de cristal. Seguiste el sendero que ellos te marcaron. Lo recorrimos juntos. Ahora, aférrate a ese amuleto, al trébol de madera, y vuelve al destino que este tiempo has estado aguardando.
Bienvenido de nuevo a Ciudad Fortuna.