La sombra

La sombra era una criatura desalmada y antinatural, fruto de siglos de corrupción y putrefacción, incorpórea aunque colmada de inquina e inclemencia, enajenada por una codicia insatisfecha durante centurias.

A pesar de carecer de cuerpo, en su psique demenciada se entremezclaban ecos de las pieles que había vestido, a lo largo de cuyas existencias se había ido convirtiendo en la monstruosidad que ahora era.

Era capaz de vislumbrar rostros, anhelos y vivencias: un hombre de atuendo purpurado que había conspirado para asesinar a sus soberanos; una mujer con bajas raíces que había medrado mediante el estraperlo; un joven estudioso que se había condenado a sí mismo al menospreciar un amor correspondido que bien hubiera podido perdurar eternamente; una avariciosa dirigente militar que prefirió extorsionar a quienes tenía que proteger; un hombre de negocios que esclavizó a los débiles en vastos campos solares; y una madre desquiciada por la locura que alimentó el odio de sus dos vástagos. Sin embargo, cuando recordaba esas caras, ya no se reconocía en ninguna.

Porque ahora no era más que una sombra. No obstante, aún identificaba quiénes eran sus enemigos, y cuáles sus ambiciones. E, incluso carente de un cuerpo, podía ejercer un dominio malévolo sobre acontecimientos venideros. Pues su última oportunidad de poseer un poder largamente perseguido se acercaba. Ella lo sabía. Tenía que atravesar el desierto hasta la ciudad y la pirámide escalonada. La triple estrella brillaba allá arriba, y le indicaba que su partida debía ser inminente. Su letargo había finalizado.

Debía localizar un huésped, y poseerle. Cerraría una pugna iniciada casi un milenio antes. Porque su verdadera historia comenzó lejos de esa tierra, en un reino después olvidado, desde el cual se podía partir hacia una isla. El horizonte de aquel reino latía con la fuerza de la predestinación

 

4 comentarios

  1. Javier Kraus dice:

    ¡Me ha encantado! 🙂 Y quizá me haya servido de inspiración para un futuro relato. ¡Mi enhorabuena!

  2. Me alegro mucho, Javier. Ya me contarás 🙂

    Un abrazo.

  3. Ana Bolox dice:

    A mí también me ha gustado 🙂 Pero siempre me dejas con ganas de más… ;-p

  4. Me alegro también. En efecto, los relatos están conectados. Uno conduce al siguiente. Pero el final está cerca. ¡Y hasta ahí puedo leer!

    Un abrazo