El latido de la tierra

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Aquél era un secreto oculto tras un sinfín de capas, reales e irreales, sinuosas aunque ostensibles, similares a las de una cebolla transparente que envolviera la grandeza del lugar. Una energía fabulosa palpitaba en las entrañas de la montaña de fuego. Pero muy pocos lo sabían. Y apenas nadie, aún, conocía su portentosa verdad.

Treses y más treses por doquier. Tres mundos anudaba el asombroso hallazgo. Tres años habían transcurrido desde que semejante descubrimiento se produjera en mitad de la casualidad y la calamidad. En tres sitios, a cada cual más hermoso, había que adentrarse para presenciar su resplandor: la isla, la montaña y el valle.

Primero, estaba la isla. Era la más septentrional y oriental de su archipiélago, sin contar, eso sí, a sus pequeñas hermanitas norteñas. Su silueta era irregular, más estrecha en los extremos y más ancha hacia el centro, con curvas en cuyo litoral se intercalaban calas, playas, acantilados y demás fenómenos geográficos.

Segundo, llegaba la montaña. Aunque no era una montaña sola, sino un montón de ellas; todas obras del fuego y el magma. Adentrarse en ella era descubrir la existencia de otro mundo, uno dotado de maravillas imprevistas. Un centenario manto de lavas y cenizas cubrían su fascinante orografía con rocas y arenas rojas y negras abrasadas.

Tercero, se hallaba el valle. Caminos tortuosos, mimetizados con tan negruzco terreno, conducían serpenteando hacia él. Era un oasis de paz en mitad de la violencia de tan profusas calderas y cimas otrora llameantes. Allí sólo moraba el silencio, y únicamente se veían suaves arenas calcinadas. Y, así, entonces, se alcanzaba el latido.

Procedía del corazón que compartían la isla, la montaña y el valle. Tres maravillas unidas por una misma pulsación. Dicho núcleo era una entidad increíble: oscura, pesada y opaca; pero, al mismo tiempo, dotaba de ribetes brillantes. Vibraba y refulgía. Se movía de un modo hipnótico. Y su luz calaba en lo más profundo del alma.

Los pocos capaces de transitar cerca de dicho latido percibían sus efectos. Entre otras cosas, se sorprendían escuchando voces en su cabeza. Éstas eran susurros remotos que, no obstante, resultaban inquietantemente familiares.

Este latido era el ritmo de una energía tan viva como descomunal. Era motivo de estudios e investigaciones. Sin embargo, sobre todo, era el objeto de una amenazadora ambición. Por eso, pronto, los trebejos habrían de ocupar sus escaques.

Así, esa noche, el centinela, desoyendo las advertencias que estremecían su antojo de nacimiento, ingresó furtivamente en aquel corazón, dispuesto a desvelar una peligrosa verdad que, hasta entonces, permanecía ignota

 

Iniciación

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Tengo muchos planes para este blog. Es un camino largo (al cual, a su vez, he llegado tras recorrer otro sendero igualmente extenso) que espero transitar mucho tiempo. Como en todo, habrá etapas, fases. Unas veces, publicaré frecuentemente (cada dos, tres o cinco días; ¿quién sabe?). Otras veces, me prodigaré de manera más espaciada. Y habrá épocas en las que necesite recluirme un poco. En cualquier caso, hoy, pretendo explicar en qué van a consistir las primeras entradas que voy a ir publicando.

Lo primero que deseo es introducir mis fantasías y horizontes. Quiero mostrar poco a poco el primer universo de ficción sobre el que voy a publicar (aunque, en realidad, son universos, como ya verás). Una amiga me habla a veces del concepto “transmedia”. ¿Qué es eso? Viene a ser una narración que no se transmite por un único medio; por ejemplo, una serie de televisión que se prolonga en un videojuego. O, en mi caso, una novela (que espero publicar muy pronto) que se extiende mediante un blog.

¿Qué voy a mostrar? Se trata de relatos. Hay mucha discusión sobre definiciones en este aspecto. Lo dejaré en que voy a mostrar relatos breves, si bien, por su extensión (de aproximadamente una página), algunos los denominarían relatos “hiperbreves”. Pero creo que el término es lo de menos. Lo importante es el contenido. Serán 27 relatos (lo que es igual, tres veces nueve, dos números que pronto sabrás que son importantes). Por un lado, dichos relatos parecen independientes, todos ellos momentos de esos universos sobre los que trabajo. Por otro lado, cada uno va a estar ligado siempre al siguiente de la serie. En conjunto, forman una cadena que conduce hacia un destino.

La próxima semana empezará la publicación de estos relatos. Espero que te atrapen y te inviten a saber más acerca de los universos en los que transcurren. ¡Te espero!

 

Soy escritor

Soyescritor

Normalmente, si le preguntas a alguien que “qué es”, te dirá que es aquello a lo que se dedica o, mejor dicho, aquello con lo que se gana la vida; por ejemplo, “Hola, me llamo Gabriel y soy enfermero”. Por desgracia, por lo general, nos definimos mediante lo que nos remunera monetariamente, olvidando que, antes que médicos o abogados, somos personas, hijos, padres, hermanos, novios o muchas cosas más.

Yo no sé si alguna vez podré vivir de lo que escribo. Ahora mismo, no es éste el objetivo que me motiva. Sin embargo, si alguien me preguntase que “qué soy” y yo respondiese con la mayor sinceridad, diría: “Soy escritor”. A día de hoy, escribir no es mi ocupación remunerada. Ni siquiera es (en teoría) la dedicación a la que destino más tiempo. Pero ser escritor es, sin duda, lo que me define. ¿Por qué? Buena pregunta.

Soy escritor porque me siento incapaz de no serlo. Mi vida comparte las horas con esta dedicación adictiva, obsesiva y absorbente. No pienso que merezca la pena escribir sin consagrarle una fracción esencial y regular de tiempo. He apartado otras actividades y, a veces, robado horas al sueño para lograrlo. Organizo mi existencia para escribir sin descuidar ninguna obligación, aunque existan personas que no entiendan este afán.

Soy escritor porque mi mente sigue hallando historias, personajes y pensamientos que he de narrar. Con ellos comparto mi cerebro y mi corazón. Si alguna vez llegase a dejar de escribir, continuaría encontrándolos. No compartirlos supondría traicionarles, pues esas historias y esos personajes son, en definitiva, mi vehículo para expresarme, mi manera de relacionarme. Y, por ello, no escribir sería abandonarme a mí mismo.

Soy escritor porque no podría soportar ninguno de los vacíos que conllevaría no serlo. Las cosas que escribo, las historias que relato o los personajes que encuentro, muchas veces, me han animado, me han acompañado y han conseguido ocupar mi tiempo en momentos en los que era muy necesario sentirse entretenido y entusiasmado. Y si no escribiese, si parase de crear, tal vez nada podría llenar el vacío de la desilusión.

Hasta ahora, he permitido que muy pocos leyesen aquello que escribía. De hecho, nadie lo ha leído todo. Esto era decisión mía. Lo prefería así. Para mí, compartir lo que se crea significa mostrarse sin ningún tapujo, en absoluta desnudez. Hace relativamente poco, coincidiendo con un cambio a mejor en mi vida, eso varió. Decidí que era el momento de compartir mis novelas: sus historias, sus personajes, sus lugares, sus secretos.

El resultado de esa nueva ilusión es este blog. A partir de ahora, compartiré cuanto ideo en este pequeño espacio. Espero que quieras acompañarme y compartir mi fantasía.

En la próxima entrada, introduciré la primera etapa de entradas que voy a publicar aquí.

 

¡Ya estoy aquí!

Acercademi2014

¡Hola! Me llamo David F. Cañaveral. Bienvenid@ a la primera entrada de mi blog.

Nací hace 31 años en Madrid. Vivo desde entonces en Aranjuez. Creo que mi mente y mi imaginación son los tesoros más valiosos que puedo poseer. Desde siempre, me han fascinado las historias: las reales y las ficticias; las que se cuentan sobre un papel y las que se cuentan en una pantalla; las que me han narrado y las que he narrado yo.

Hace cuatro años aproximadamente, tomé una decisión muy difícil que cambió mi vida: cerrar una carrera y un empleo en los cuales, a pesar de los éxitos aparentes, me sentía bastante infeliz, para luchar por el ámbito de trabajo que realmente me gusta (hablo de la sanidad) y por la pasión que, incluso en los momentos más arduos, me ha motivado a seguir adelante (es decir, la escritura). Fue muy complicado, pero conseguí mi propósito.

Desde entonces, las cosas, superando los laberintos y las complicaciones, que no suelen faltar, no han dejado de ir a mejor. Hoy, trabajo disfrutando de mi vocación y, todos los días, de una u otra manera, consigo reservar unas horas para dedicarme a escribir. Y, sobre todo, siempre me encuentro convencido de que lo mejor está aún por llegar.

Compartir aquello que escribo supone todo un reto para mí, pues considero que la obra de cualquier creador, sea del tipo que sea, es el más nítido reflejo de todo cuanto es en su verdadero interior. No estoy acostumbrado a esta clase de exposición, aunque, a la vez, me anima enormemente una ilusión que crece cada día dentro de mí.

Toda historia tiene un principio. La de este blog es esta entrada. Quiero daros las gracias a quienes, este verano, y antes, me habéis ayudado a conseguirlo.

En las dos próximas entradas, volveré a hablar un poco de mí, para explicar por qué soy escritor, e introduciré la primera etapa de entradas del blog. ¡Te espero!

 

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